La fotografía más gay de Michael Jackson le representa como un San Sebastián del siglo XXI

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EL 'REY DEL POP' RECUERDA AL SANTO MÁS VENERADO POR LA COMUNIDAD HOMOSEXUAL

Madrid.- La fotografía más gay de Michael Jackson representa al cantante como un San Sebastián del siglo XXI.

La imagen, publicada en la portada de ‘El País Semanal’ bajo el nombre de ‘El ángel caído', representa a Michael Jackson como uno de los grandes símbolos de la comunidad homosexual: el santo y mártir Sebastián.

Atravesado por una flecha a la altura del abdomen, Michael Jackson posa con la mirada perdida y el torso desnudo, solamente ataviado con un ligero pareo recogido sobre su cintura.

Además, de su espalda emergen dos prominentes alas blancas que le confieren un aire angelical.

En este retrato, Michael Jackson recuerda a San Sebastián, el santo más venerado por la comunidad homosexual, que ha sido retratado por multitud de pintores a lo largo de la historia del arte.

Sebastián, oriundo de Milán y tribuno de la cohorte de la guardia pretoriana romana, fue martirizado por soldados imperiales cuando descubrieron su fe cristiana.

Condenado a morir desnudo y desangrado a flechazos, Sebastián consiguió sobrevivir gracias a la ayuda de sus compañeros, aunque más tarde fue de nuevo condenado a una tunda de azotes que finalmente acabaron con su vida.

Sin embargo, el momento más representado de la vida de San Sebastián es el primer martirio, como símbolo de la lucha y convicción por unas ideas perseguidas en su tiempo.

Por ello y por ser representado semidesnudo, este santo ha derivado en icono gay. Algunos de los retratos de San Sebastián irradian sensualidad, como el pintado por el italiano Pietro Perugino.

Este cuadro guarda gran parecido con la fotografía de Michael Jackson, no tanto por la composición de la imagen pero sí por el talante que muestran ambos protagonistas: una serenidad resignada se imponen al dolor de la flecha que les atraviesa el abdomen y, en el caso de San Sebastián, de la que le atraviesa el pecho.

> Arriba, 'El ángel caído', la fotografía más gay de Michael Jackson. Abajo, retrato de San Sebastián pintado por el italiano Pietro Perugino.

Son más conscientes, ante la violencia de pareja, los hombres homosexuales

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La violencia en las parejas homosexuales se da de una manera diferente y por motivos distintos a los de las relaciones heterosexuales, al menos en la experiencia y el acercamiento que César Zuñiga ha tenido a través de su trabajo como miembro del centro de capacitación para el desarrollo comunitario (CECADEC).

La mayoría de los hombres homosexuales asumen, desde un principio, la violencia como un acto negativo y buscan entrar en un proceso de reflexión para revertirlo o cambiarlo.

Por parte de CECADEC no han realizado un estudio a este respecto y no hay una fuente oficial en Aguascalientes que haya realizado un comparativo de esta naturaleza, donde a través de cifras se determine si se da mayor violencia entre homosexuales, pero éstas son algunas consideraciones que mediante de su trabajo de campo, ha detectado César Zuñiga como activista social.

Uno de los procesos más complicados cuando se trata el tema de la violencia entre los hombres heterosexuales es la sensibilización, donde ellos hacen consciente que la violencia es negativa, que daña y que son ellos quienes la provocan o la ejercen, pues ellos no se sienten responsables de ejercerla y de las consecuencias.

De acuerdo a la experiencia de César, la violencia es mayor entre las parejas homosexuales de hombres, pues ellos reproducen los patrones machistas que aprendieron desde pequeños; ejercen la violencia en contra de su pareja, que tiene también esta formación y esto hace más fuerte el choque, aunque con una diferencia el nivel de consciencia que ellos tienen de esta actitud como negativa.

La forma en la que son educados los hombres trasciende, aún cuando sus preferencias sexuales cambien; es en el trato con los demás que ellos descubren las razones que los llevan a ser violentos y buscan la manera de remediarlo o cuando menos saber qué parte de los patrones machistas no quieren para su vida.

Cuando un hombre homosexual ejerce la violencia, generalmente se cuestiona sobre las razones que lo llevaron a tener una determinada actitud, hace una reflexión, eso lo lleva a detenerse y en algunos casos a pedir apoyo si es que no sabe cómo resolverlo; en el caso de los hombres heterosexuales cuando ejercen violencia se guían por lo que la “sociedad” les dice y lo que aprendieron.

Otra diferencia es que los hombres heterosexuales ejercen todo tipo de violencia: física, psicológica, emocional, social y, en el caso de las parejas gay, generalmente es psicológica y emocional. Aunque éste no es un fenómeno generalizado, sí se da una cierta tendencia; las diferencias entre una pareja de hombres comienza con la falta de comunicación o una expresión inadecuada de las creencias y las expectativas.

Cuando una pareja gay vive violencia, termina por separarse, ya sea de común acuerdo o con sus respectivas diferencias. Difícilmente repiten la experiencia, al menos no con la misma persona.

El Este discrimina a los homosexuales

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-Gays y lesbianas de países poscomunistas europeos sufren rechazo social y son víctimas de la violencia ultra y policial, la intolerancia de las iglesias y el menosprecio de los gobernantes.

El Parlamento de Lituania adoptó el martes pasado una ley de “protección de los menores” que prohíbe explícitamente hacer “publicidad” sobre las relaciones homosexuales, bisexuales y la poligamia. La ley fue criticada por Amnistía Internacional (AI). El presidente del Consejo de la Liga de Gays Lituanos, Vladimir Simonko, aseguró que la norma “institucionaliza la homofobia” en Lituania. Un estudio del pasado mes de abril de la Agencia Europea por los Derechos Fundamentales denunciaba la “discriminación, intimidación y acoso” a que son sometidos gays, lesbianas y transexuales en el trabajo, los centros de estudio y la vida diaria en Europa del Este, y que muchos políticos utilizan un discurso homófobo “con contenidos odiosos”.
Durante el comunismo, los homosexuales sufrieron leyes discriminatorias, represión policial, cárcel y rechazo social. Tras 20 años de democracia, a pesar de notables avances en materia jurídica y social, ser gay, lesbiana, bisexual o transexual en los países poscomunistas sigue siendo difícil. Los homosexuales son víctimas de la incomprensión social, la violencia de la ultraderecha y los cuerpos policiales, la intolerancia de las iglesias (católica, protestante y ortodoxa) y el menosprecio institucional. En Polonia, donde el anterior gobierno conservador de Jaroslaw Kaczynski llevó a cabo una ofensiva política y jurídica contra gays y lesbianas que escandalizó a la UE, la discriminación por orientación sexual es una realidad, y no existen leyes que amparen en derechos y deberes a los homosexuales. La homosexualidad fue despenalizada en Polonia en 1930, y el país cuenta con unos dos millones de gays y lesbianas –sobre una población de 38 millones-, pero los homosexuales son ignorados, rechazados, condenados o acusados de “perversos” y “enfermos”.

Derechos y respeto

Diversos colectivos reclamaron esta semana delante del Parlamento derechos y respeto a su orientación sexual. Mariusz Kurc, del colectivo Campaña Contra la Homofobia (KPH), dice: “Si somos personas jurídicas, también tenemos que tener los mismos derechos que otras personas; por ejemplo, si vivimos en pareja”. KPH mandó una carta en la misma línea al ‘premier’ polaco, Donald Tusk. Según el activista Slawomir Starosta, “el problema no es la ley, que es relativamente liberal, sino la actitud de la sociedad, que evoluciona lentamente”.
El activista pro-derechos humanos Marcin Lakomski destaca que “gays y lesbianas se enfrentan a la herencia homófoba de la Iglesia católica, y los pocos avances que ha habido se deben a las exigencias de la integración europea”. En efecto, en octubre de 2005, Bruselas hizo saber a Varsovia que perdería su derecho a veto en la UE, si seguía empeñada en discriminar a gays y lesbianas. En Chequia, la situación es mejor.
El profesor universitario Ivo Buzek cuenta a Colpisa que “los checos somos bastante tolerantes con los homosexuales. Claro que hay prejuicios y cierto desdén hacia ellos, pero no existe una actitud de homofobia agresiva como en Polonia”. Chequia dispone de una ley de parejas de hecho y medidas que favorecen a gays, lesbianas y transexuales. También ha crecido la tolerancia de la sociedad checa hacia los homosexuales, como indica un estudio del Centro de Investigación de la Opinión Pública.
La adopción de niños por parejas homosexuales no reúne, sin embargo, un gran apoyo: el 63% de la población está en contra. En declaraciones a Radio Praga, Jiri Hromada, ex presidente de Iniciativa Gay, consideraba que “la victoria más grande que hemos conseguido es el cambio de mentalidades”. Tanto es así que en los últimos años muchos homosexuales eslovacos, que viven una situación de mayor discriminación, se han planteado emigrar a la vecina Chequia.

Despenalización

En Rumanía, el artículo 200 del Código Penal, que consideraba como delito las relaciones homosexuales entre adultos, fue abolido en octubre de 2001. Esta antigua ley comunista instaurada por el dictador Nicolae Ceausescu, fue objeto de numerosas críticas de ONG y de la UE, de la que Rumanía es miembro desde 2007. Pero, según un sondeo realizado por Gallup Rumanía hace un año, el 74% de la población considera negativo tener un amigo homosexual y el 57% no quiere un colega gay o lesbiana en su lugar de trabajo.
Aún así, Rumanía ha hecho progresos notables en materia jurídica contra la discriminación y Human Rights Watch clasifica a este país entre los cinco del mundo que han llevado a cabo “progresos ejemplares en el combate contra los abusos por motivo de orientación sexual”. En agosto de 2006, Gemini, una organización homosexual búlgara, denunció que, “a pesar de ciertos progresos, las lesbianas, gays, bisexuales y transexuales búlgaros sufren aún discriminación”. La situación no ha variado, aunque han desaparecido casi todas las leyes discriminatorias, y las fuerzas armadas califican la homosexualidad de “aberración”.
En Hungría, el Parlamento adoptó en 2007 una ley a favor del matrimonio homosexual que fue bloqueada este año por grupos conservadores. Finalmente, el pasado 20 de abril, fue aprobado un nuevo texto que contribuye a la igualdad de derechos. Pero el rechazo a los homosexuales es una realidad en la sociedad, algunas manifestaciones de colectivos de gays y lesbianas son prohibidas por la Policía y sus miembros agredidos por jóvenes ultras. Mientras, en Eslovenia, aunque la homosexualidad no está prohibida, algunos psiquiatras tratan esta opción sexual como una enfermedad.

¿Debe uno echar a la calle a los homosexuales?

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EE.UU., (ORBITA).- Por definición, un cristiano es una persona que practica la constante emulación de Jesucristo. Si es a Cristo a quien emulamos o imitamos, no debemos solamente amar, apreciar y recibir en nuestras casas a aquellas personas que nos complacen o que NO nos caen bien, sino hasta a personas con cuyos estilos de vida no estamos de acuerdo.

Eso no significa que debamos adoptarlos como nuestros mejores amigos, sino que si está dentro de las posibilidades prácticas, debemos acogerlos y recibirlos y tratarlos amablemente. Nosotros, como entes perdonados, debemos, con nuestro comportamiento, ganarnos el respeto de aquellos que todavía no han experimentado el proceso de renovación que nosotros hemos experimentado.

Como consecuencia, no es apropiado que corramos a un homosexual o a una prostituta de nuestra casa de manera áspera.

Sin embargo, si el homosexual viene a su casa a tratar de conquistar a uno de sus hijos o la prostituta viene a invitar a su hija a ir con ella a lugares que usted sabe que no son aconsejables, ¿Acaso nos culparía Dios por tratar de mantener nuestras casas libres de tentaciones y tendencias pecaminosas?

Lo importante de estos principios es ser balanceado. Es importante pedir al Espíritu de Dios que nos guíe en cada uno de estos desafiantes momentos. (Dawlin A. Ureña)

¿Naturaleza homosexual?

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Mi comunicante me pide que publique su carta, así que allá va. Hay una primera distinción entre ésta y las demás remitidas por gays. No, no me refiero a los insultos, me refiero a que casi todas las demás son anónimas, algo que no me gusta, la don Alfredo no.

1. Se puede ser católico y homosexual, pero no se puede ser católico y querer seguir siendo homosexual. Si un gay acude al confesionario, como cualquier otro pecador, se le exige dolor de los pecados y propósito de la enmienda. Si existen ambos, el confesor perdona en nombre de Cristo. Vale volver a pecar al minuto siguiente, lo que no vale es preverlo.
2. No, don Alfredo, su naturaleza no puede ser homosexual. Cualquier otra cosa sí; su carácter, sus inclinaciones, sus tendencias… cualquier cosa menos su naturaleza. Por razones obvias. La naturaleza constituye el fiscal más duro de la homosexualidad.
3. Si usted no acepta el “orgullo gay”, el camino de vuelta está expedito.
Y disculpas por mis comentarios hirientes. En materia de ofensa, no hay que analizar los sentimientos del ofensor, sino los del ofendido.

Acerca de la homosexualidad

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He leído con suma atención todos sus artículos relativos al Día del Orgullo Gay, y los comentarios posteriores que ha suscitado.

Yo soy homosexual. Soy católico. Y me parece, dicho sea con todo respeto, que las opiniones vertidas tanto por usted, en algún punto, como por los "ofendidos" por su opinión, pueden ser dichas de forma menos hiriente.
No cabe duda de que la cuestión en sí genera polémica. Pero creo que una cuestión que afecta a situaciones sufridas por algunas personas no debe ser despachada con algunos comentarios que son hirientes. Repito que soy homosexual, pero no coincido para nada con el movimiento gay.
En primer lugar porque nunca he entendido que para defender una determinada posición haya que ser tan ofensivo y maleducado como son en general los miembros del colectivo "oficial" gay.
En segundo lugar porque la celebración en sí del dichoso día del Orgullo, (yo no me siento orgulloso de ser gay. Lo soy, y le pido a Dios que me deje serlo con la mayor dignidad posible), es una mezcla de chabacanería, mal estilo, intolerancia y mucho, muchísimo mal gusto. Pero dicho esto, D. Eulogio, quiero decirle a usted, si me lo permite, que Dios no pide héroes. Que para mí lo natural no es estar con una mujer, porque choca con mi naturaleza. Y que se puede vivir el amor hacia otro hombre, creo que sí, en la reserva y en la discreción, sin necesidad de ser insultado o zaherido por ello. La Iglesia hace bien en proclamar lo que proclama. Pero le puedo decir que sacerdotes nada sospechosos de ser "progres", conocen mi situación, me confiesan y me dan de comulgar.
Yo vivo en la homosexualidad lo que vive un matrimonio. Vivo en amor. Y vivo con fe. Me gustaría publicara esta carta, porque hay muchos homosexuales que viven su fe de la misma forma, sin insultar a quienes están en desacuerdo con nuestra forma de vida, y sin desde luego hacer una defensa patética de unos derechos supuestos o no, pero cuya defensa se ha convertido en una muy beneficiosa manera de vivir. Y si no que se lo digan a los de la COGAM, o a otros movimientos gays, que hacen de su capa un sayo, con el dinero que reciben.
Soy homosexual. Y soy católico. Pero no creo en estos colectivos que hacen del victimismo una forma de vivir, y del insulto y la intolerancia una jugosa vida loca.

5 razones contra la paternidad de las parejas homosexuales

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La psicóloga Trayce L. Hansen desmonta los argumentos de las parejas homosexuales a la hora de criar y educar a los niños.
"Hemos logrado crear algo fruto de nuestro propios cuerpos"
Así es el "orgullo gay" por dentro
Zerolo: "España es el país de los sueños de gays y lesbianas"
REDACCION HO.- La psicóloga clínica y forense californiana Trayce L. Hansen analiza las circunstancias que rodean a los hijos en los matrimonios y en el seno de parejas homosexuales partiendo de la constatación de que "hombre y mujer hacen aportaciones diversas a la crianza de los hijos, cada uno de una forma singular e irrepetible por parte del otro":
"Los hijos necesitan más que amor. Necesitan las cualidades distintivas y las naturalezas complementarias de un progenitor masculino y otro femenino."
El tópico comúnmente utilizado por los defensores del "matrimonio" homosexual indica que basta el amor para criar a los hijos. Trayce L. Hansen horada la línea de flotación del argumentario gay al afirmar que esto no es suficiente y que los papeles del padre y de la madre no son intercambiables: si una mujer pueda ser una buena madre, no puede ser un buen padre.
Hansen ha establecido "cinco razones por las que ser criados por un padre y una madre redunda en el mejor interés de los hijos":
1ª Desigualdad entre las expresiones amorosas de cada uno de los miembros de la pareja: "El amor materno y el amor paterno, aunque igualmente importantes, son cualitativamente distintos y dan lugar a relaciones paternofiliales diferentes". Un desarrollo armónico solo puede surgir de la combinación de ambos.
2ª Los hijos necesitan atravesar diferentes etapas en su desarrollo y para cada una de ellas necesitan el referente de uno y otro sexo: "Algunas etapas exigen más de una madre mientras que otras requieren más de un padre".
3ª Los rasgos e inclinaciones vinculados al sexo se moderan y complementan solo en presencia de referentes de ambos sexos: "Chicos y chicas necesitan un progenitor del sexo opuesto que les ayude a moderar sus propias inclinaciones vinculadas a su género".
4ª El modelo de relación homosexual fija patrones de comportamiento sexual en el que las normas y convenciones se rompen para abrirse a experiencias ajenas al individuo: "En Grecia o Roma la mayoría de los hombres no habían nacido con un ‘gen homosexual'; [la proliferación de] la homosexualidad se debía más bien a que era aprobada en tales sociedades".
5ª Si se permite el "matrimonio" homosexual, es discriminatorio no legalizar otro tipo de uniones. Y en nombre de los derechos y la igualdad se termina considerando normal cualquier tipo de unión: "Las repercusiones emotivas y psicológicas que semejante colección de situaciones tengan sobre las psiques y la sexualidad en desarrollo de los niños serían desastrosas".
El artículo, que con el título El amor no es suficiente, ha aparecido en Aceprensa, concluye de este modo:
"Por supuesto que las parejas homosexuales pueden dar amor como las parejas heterosexuales, pero los hijos necesitan más que amor. Necesitan las cualidades distintivas y las naturalezas complementarias de un progenitor masculino y otro femenino.
"La sabiduría acumulada a lo largo de más de 5.000 años ha llegado a la conclusión de que la configuración marital y parental ideal es la que forman un hombre y una mujer. Despreciar con arrogancia semejante acervo de sensatez, y utilizar a los hijos como conejillos de indias de un experimento radical, resulta arriesgado, en el mejor de los casos, y catastrófico en el peor.
"El matrimonio homosexual no redunda en el mejor interés de los hijos. Y aunque podamos comprender el estado de ánimo de los homosexuales que desean casarse y tener hijos, no podemos permitir que nuestra compasión hacia ellos anule nuestra compasión hacia los niños. En la contienda entre los deseos de algunos homosexuales y las necesidades de todos los niños, no podemos permitir que los niños salgan perdiendo."