Gibson habla del impacto que produjo Dalí en Lorca y cómo Rapún inspiró sus 'Sonetos del amor oscuro' y sacrificó estar juntos para que el poeta cumpliera su misión
Gibson y Jesús Vigorra mantuvieron ayer una interesante charla en la Casa de los Tiros.
4 votos"Después de muerto, ni la izquierda, ni la derecha, ni su familia, ni sus amigos, ni los críticos. Nadie quiso ver su condición sexual". Mucho menos en vida. Gibson vuelve a Lorca para hablar de su mundo gay. Vuelve harto, cansado de las señoras que le gritaban: "Gibson eres un morboso. Lorca era todo un caballero".
El hispanista debatió ayer con Jesús Vigorra en la Casa de los Tiros sobre su libro Lorca y el mundo gay (Planeta). Golpeó la mesa recordando la dificultad que ponía la familia del poeta a los críticos para buscar en los archivos. Se emocionó recordando a su hermano Alan, quien sufrió también los "dramones" de la homosexualidad y murió después de "mucho calvario". Y bromeó con el sonido de los tambores de una marcha de procesión que iría de vuelta justo cuando hablaba del Lorca "¡republicano y rojo!" (tuvo que subir mucho la voz).
Resulta que el libro de Gibson no es un libro de tapas rosas y entrecomillados escandalosos. Es un libro necesario para entender que el poeta no hubiera sido el poeta que fue si no hubiera sufrido lo que sufrió. "Lorca fue un hombre que no pudo vivir su vida plenamente".
¿Quién fue el amor que más le influyó? "Le impactó Dalí, pero Dalí lo que más temía era ser gay. Estando en el hospital, ya entubado y con párkinson me confesó con esa personalidad que tenía: 'Yo hubiera querido entregarme al gran poeta, pero yo no era gay'. Aquello era un amor trágico".
De este amor imposible falta lo que en todas las relaciones que tuvo García Lorca. Faltan los entrecomillados que hubieran sido en ese entonces escandalosos. Pero Gibson ha buceado como siempre, ha releído "desde su primer poema hasta su primera prosa", ha llamado a viudas, ha buscado cartas... De Lorca a Dalí sólo quedan cuatro en las que intenta seducirle. "Tenemos las de Dalí a Lorca y, de ellas, una especialmente bonita" en la que el pintor, tras leer al completo su Romancero gitano, le dice que cómo es posible que en pleno surrealismo él siga hablando de "guardias civiles y otras cosas putrefactas de Andalucía" pudiéndose convertir en el mejor poeta del mundo si elimina esas cosas.
Fue Dalí, pero también Emilio Aladrén. Tras su decepción amorosa con el escultor, Lorca buscó la huida yéndose a Cuba, de donde regresó mucho más liberado y donde escribió El público: una obra que según una carta a su amigo Rafael Martínez Nadal era una obra "francamente homosexual", según palabras del propio Lorca, y donde le confesaba que en su vida había "un torerillo"... Pero este fragmento fue eliminado por el propio Martínez Nadal y nada más se sabe de ese torero. Sin embargo, por fin, esa frase entrecomillada y esa palabra siempre tabú de la homosexualidad. Sus Sonetos del amor oscuro, que se publicaron en el 84 en ABC obviaron la oscuridad del amor -cualidad imprescindible del título- y fueron a secas, por deseo expreso de su familia, Sonetos amorosos.
Evidentemente, no eran simplemente amorosos para Lorca. Se los dedicaba, según los estudios de Gibson, a quien sería su último amor Rafael Rodríguez Rapún. De Rapún se conserva una carta en la que le dice a Lorca lo muchísimo que le echa de menos "pero que entendía que debía cumplir una misión".
Rapún se refería al Lorca revolucionario. "Al que enfureció a la derecha con Yerma, al que hubiera dejado anticuado al mismísimo Oscar Wilde, como dijo un día el propio poeta". Quiso provocar y cambiar la sociedad. "Rechazaba al Dios del Viejo Testamento" pero simpatizaba con Cristo. "Se identificaba con el Cristo perseguido que ayudaba a los pobres. Era un cristiano sin Dios pero cristiano" y en una ocasión, se sabe sólo por un papel donde aparece su nombre, que salió como penitente en una procesión de Santa María de la Alhambra. Seguramente fue, explicó ayer el autor y según decía Luis Rosales, "porque se encontraba en aquel año (1929) al borde del suicidio".
Era homosexual y granadino, y ser de Granada también le influyó sobremanera porque para Lorca le inclinaba a estar con los desfavorecidos: los negros, los musulmanes, los judíos...
Divertido para unos y, para otros, tremendamente enigmático. En uno de sus dibujos, un rostro sin ojos lloraba hojas de otoño. Escribía Lorca: "Sólo el misterio nos hace vivir, sólo el misterio".