GAYS Y LESBIANAS EN LA LITERATURA




Por Carajillo pink.- Los gays son trágicos, solitarios y abandonados; las lesbianas son aburridas y sin sentido del humor. Son los estereotipos que han alimentado los medios, los prejuicios y hasta los propios homosexuales, pero que hoy empiezan a no tener más significado que el del pasado.

 Al menos eso es lo que demuestran los dos libros ganadores en la Décima edición de los Premios Odisea.
'Dime que me amas', de Aída Arguelles y  'Los frutos prohibidos', de Antonio García Cánovas vienen a desmentir esas etiquetas que le cuelgan a la literatura de temática homosexual.

Y en realidad, mientras estaba en la presentación de los premiados en Madrid, rodeada de gente con mucha pluma, sin ella, bi confesos, homosexuales orgullosos y heteros entusiasmados, me empezó a rondar esta idea de si existe una literatura gay o es simplemente literatura a secas.

Lo pienso a menudo cuando escucho que Fulano o Mengano hacen literatura gay o son autores gay, o peor aún, para gays. Me da hasta un poco de gracia, porque si miramos a otras áreas del arte o la creación no existen estas diferenciaciones, como no existe la arquitectura gay, aunque la haga una arquitecta lesbiana, ni el teatro gay, ni la danza gay. ¿No?

Entonces, por qué hay tantos aferrados (homosexuales incluidos, que ponen el cartelito excluyente de creadores gays).  La pregunta deshizo el hielo inicial y Aída, la ganadora de este año se desmarcó del término que encierra en un género a la creación literaria, mientras el autor de 'Los frutos prohibidos' defendió la idea de no etiquetar una literatura en la que la historia está protagonizada por personajes gays, pero que tiene las mismas exigencias que cualquier obra literaria.

 Los espectadores se sumaron a la discusión y surgió la pregunta de por qué es necesario una editorial que publica solo este tipo de literatura, estos pequeños trozos de historias que viven junto al mundo heterosexual en una situación cada vez más normalizada.

Varios autores, entre ellos, algunos de los premiados en ediciones anteriores de la propia Odisea, contaron cómo han visto rechazados sus libros por las grandes editoriales, las de siempre, con la única anotación de que el perfil marica o lésbico -aquí exagero los términos- no encaja en los planes de estas casas; estos editores suponen que a sus lectores -heterosexuales- no les interesan las historias de amor entre hombres o entre dos chicas.

Es de suponer, y a mi juicio suponen mal, porque las pasiones humanas no tienen género, aunque sus protagonistas sí; las historias de amores, desengaños, frustación y deseo, que cuentan estos libros premiados son las que nos ocurren a todos los seres humanos de la tierra: A los homosexuales, a los heterosexuales, a los bisexuales, a los asexuales y a los trisexuales. Los gays y las lesbianas no son tan originales.