La homosexualidad: Enfermedad o tendencia

Cuando Pablo, el apóstol, escribió la primera de sus cartas a los Corintios, sancionó: “Os he escrito por carta, que no os juntéis con los fornicarios; no absolutamente con los fornicarios de este mundo, o con los avaros, o con los ladrones, o con los idólatras; pues en tal caso os sería necesario salir del mundo”. Con ello, dejó claramente asentada la postura ideológica de la cultura judeocristiana, que ha dado orientación a la moralidad de buena parte de los habitantes del planeta.

Ya desde años atrás, la homosexualidad había sido sancionada y condenada por otras culturas: los chinos decapitaban a los transgresores de la ley, en Babilonia los lapidaban, método que heredaron los pueblos medio orientales, entre ellos los judíos y árabes. Algunos mesoamericanos sacrificaban a los descubiertos en “culpa”, dándoles muerte de diferentes maneras, individualmente o en pareja.

La pregunta es: ¿qué motivó a los primeros pueblos del planeta a dejarnos a través de las culturas la tradición de dar castigos severos y hasta la muerte a los homosexuales, violadores y adúlteros? Dan diferentes respuestas, según la especialidad del que responde.

Aquellos que están inmersos en la biología, sin pensarlo dos veces, responderán que se debe a los instintos de supervivencia con los que fuimos dotados desde el principio de nuestra existencia, que nos hacen buscar, por todos los medios, perpetuar los genes, razón que, en el caso de la homosexualidad, desaparece por razones obvias, aunque con el avance del conocimiento de las ciencias y técnicas, al parecer abren a ellos las posibilidades de ejercer paternidad y maternidad sin embarazo natural de por medio. Recuerde que el transexual Thomas Beatie tuvo un parto en el Centro Médico St. Charles de Bend, en Oregon.

Los sociólogos hablarán del interés de concentrar y administrar poder: a más hijos, los primitivos acumulaban mayor fuerza trabajadora y/o guerrera, que les ayudaba a subsistir y dominar, acumulando riqueza para la vejez y descendencia.

Habrá que analizar otras circunstancias; la primera de ellas, representada por el serio riesgo de disgregación de la célula fundamental de la sociedad: la familia; también debemos sumar el decremento de sujetos que no participan en la reproducción biológica, disminuyendo fuerza grupal; favorece el desorden social y hasta dificulta la aplicación de las leyes.

El punto de vista de la religión es simple: va contra natura y por lo tanto es contraria a la voluntad creadora.

Todas estas posturas son replanteadas en los últimos tiempos por los nuevos conocimientos de los seres humanos: los biológicos nos orientan a pensar que se trata de una deficiencia genética que algunos investigadores han ubicado en el cromosoma X, en el área Xq28, donde han encontrado relación aparente con otras enfermedades como la hemofilia y el daltonismo. También es conocido el efecto de las descargas de la testosterona como “masculinizantes” de los productos femeninos, que además predisponen otros problemas de la maduración de los embriones que la padecen en las primeras semanas de gestación, aunque no siempre suceda así.

En el campo de la sociología, la homosexualidad ha sido relacionada con ambientes familiares de características especiales; entre otras: imágenes paternas pobres, y/o combinadas con madres dominantes. Tampoco es constante en esos casos y vemos frecuentes excepciones.

Quizá la mezcla de todos los factores son los que desencadenan la preferencia de identidad de género, diferente a la biológica; aunque hay casos que han sufrido la deprivación hormonal, padecido agresiones familiares o sociales y no han desembocado en homosexualidad.

En lo religioso no existe discusión, ya que se trata de un principio de fe: si usted es creyente, deberá aceptar que es falta grave; si es ateo, no le será causa de desasosiego. Vale la pena mencionar que en el caso de la Iglesia Católica, la sanción se aplica a la práctica de la homosexualidad, no al gusto preferencial sexual diferente.

Poco sabemos de las consecuencias sociales que pueda tener la aceptación de la vida de unión de pareja entre homosexuales en simulada relación familiar. Hay quienes se muestran pesimistas y aseguran que no sólo agreden a la célula fundamental de la sociedad, además prevén daños a los niños adoptados, sometidos ellos.

Por el contrario, otros investigadores dicen tener evidencia de que no se provoca daño psicológico en esos menores adoptados.

Lo cierto: la homosexualidad ha estado presente siempre y tal vez la “modernidad” solamente ha favorecido la manifestación pública, aún más, con el apoyo de leyes populistas dirigidas a cautivar minorías. Otro dato interesante: sólo el diez por ciento en una sociedad llega a manifestarse homosexual y eso los pone fuera de la norma, aunque no del concepto de salud. Habrá que ejercer tolerancia y prudencia en el caso.

Quise dedicar el “Diálogo” al tema, porque ha retomado fuerza en estos días. ¿Qué piensa?